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¡DÉJALOS QUE JUEGUEN… ¡NO SON ATLETAS, SON CHICOS!

Hoy deseamos publicar un importante artículo, escrito por el entrenador de
baloncesto Argentino FABRICIO SALAS, en el que destaca la importancia de la
práctica del deporte en edades de inicio y en general en etapas juveniles. 

La intervención e importancia de los padres de familia en la práctica del mismo e
Igualmente, un video-documental donde podemos apreciar el rol y la incidencia de  algunos padres.

Esperamos sea de su interés.

¡DÉJALOS QUE JUEGUEN… ¡NO SON ATLETAS, SON CHICOS!


“Primero el juego, la competición viene mucho más tarde”. La vida son elecciones, pero a veces nos obligan a tomar decisiones cruciales para nuestro futuro demasiado temprano. Cuando esto ocurre en deporte recibe el nombre de especialización temprana. 

Con los pequeños pasa lo mismo. Crecen demasiado deprisa como para que lo
aceleremos más aun especializándoles desde que tienen uso de razón en un
deporte. Con la especialización temprana les cerramos puertas. En la fase pre
deportiva -aquella que comprende de los 3 hasta los 7 años- se busca el desarrollo psicomotor, no el rendimiento. Se utiliza el juego como vehículo de aprendizaje, no la competición. 

Los cambios son increíbles de una edad a otra. Si forzamos a los pequeños
demasiado pronto a realizar determinados gestos técnicos propios de un determinado deporte, si buscamos esa especialización temprana, corremos el riesgo de que ocurra una de dos: no descubran lo que realmente les apasiona o acaben abandonando la práctica deportiva por frustración. Es curioso, pero muchos padres, por el hecho de serlo, se convierten en entrenadores, Educadores, fisioterapeutas… 

Hay padres que fruto de sus anhelos frustrados, contemplan desde que su hijo tiene un mínimo uso de razón, conseguir el máximo rendimiento. Buscar este objetivo a estas edades, puede destrozar el amor hacia el deporte durante el resto de la vida de un niño. 

La experiencia es la madre del aprendizaje. Tenemos que dejarles que
experimenten con diferentes deportes. Que prueben, que vean qué les gusta y qué no. Enseñar es descubrir y eso sólo lo pueden hacer por sí mismos. Podemos
acompañarlos, pero nunca podremos andar por ellos. El camino es suyo, hay mil maneras de recorrerlo. Dejémosles que anden, que corran, que salten, que den mil vueltas… Que se diviertan, porque sólo así, y no con la especialización temprana, conseguiremos que no lo abandonen nunca.

PAPAS… LOS NIÑOS PRACTICAN DEPORTES POR DIVERSIÓN.
DEJEMOSLES

“Me siento triste cuando mi padre me regaña después del partido. Me dice que no he jugado con intensidad, que así no seré nunca un jugador de Primera División, que fallo en los pases porque me falta concentración. Y mi madre le apoya. Dice que juego como si no me importara ganar. También me echan en cara que se gasten dinero en mí y que me dedican muchas horas llevándome y recogiéndome del basquet… últimamente ya no disfruto, vengo a jugar los fines de semana nervioso, pensando que, si no le gusto a mi padre, me va a gritar desde la tribuna, me dirá que me mueva, que despierte, y a veces me siento tan nervioso que no sé ni por dónde va el balón. Si vale la pena seguir viniendo cuando ya no disfruto. Pero si decido no jugar más, también les voy a decepcionar”. 

Son muchos los padres y madres que acompañan a sus hijos a los partidos,
competiciones y entrenamientos. Se sientan en la grada, observan, les dan
directrices y se involucran en el deporte de sus hijos como si ellos fueran
los que dirigen. Existen diferentes especímenes de padres y madres. 

– Los que asumen papeles positivos. Son aquellos en los que el interés del padre está en que su hijo disfrute de lo que hace. 

– El padre taxista. Acompaña a su hijo, le deja en el entrenamiento, le
recoge. Suele ser un padre al que los deportes le gustan bastante poco,
pero le interesa que su hijo sea feliz. 

– El padre positivo. Anima, refuerza, se preocupa por cómo han ido los
partidos. Le transmite entusiasmo sin presión. Felicita al niño por el mero
hecho de jugar y entrenar. 

– El padre involucrado. Le gusta participar en las decisiones y propuestas
del club. Se interesa por la formación de los niños o porque el club obtenga
ingresos. Este tipo de padres son activos en la divulgación de valores en el
club y participan con cualquier acción que pueda mejorarlo. 

Existen otros papeles, los negativos. Son aquellos en los que el comportamiento
del padre influye negativamente en su hijo, generándole presión, exigiendo
resultados y poniendo unas expectativas por encima de lo que el entrenador o el
club esperan del niño. 

– El padre pesado. Se pasa todo el día hablando de lo bien que juega. No
presiona directamente al niño, pero sin querer le traslada que su valor como
chico está en el juego. 

– El padre entrenador. Gritas directrices desde la banda, corrige a su hijo
cuando se monta en el coche, incluso contradiciendo las indicaciones del
entrenador. Genera confusión en el niño, que por un lado tiene una idea de
juego que el profesional trata de inculcarle, y por otro, la versión de su
padre o madre. 

– El padre que resta en todos los sentidos. Da gritos desde la grada,
desacredita al míster, le dice a su hijo que no entiende por qué él no juega
cuando sus compañeros son peores que él, se comporta de forma grosera
con el rival, insulta al árbitro y otras impertinencias más. Es el padre del que
cualquier hijo se sentiría avergonzado. 

Los motivos por los que los padres pierden los papeles son diversos. Muchos esperan que sus hijos les saquen de pobres convirtiéndose en Jordán o Stephen Curry. Otros desean que su hijo gane todo porque sus victorias son sus propios éxitos, es la manera de sentirse orgullosos del hijo y presumir de él delante de sus amigos y en el trabajo.

Otros proyectan la vida que ellos no pudieron tener. Otros no tienen ningún autocontrol. No lo tienen en el partido de sus hijos, ni cuando conducen, ni cuando se dirigen a las personas. Y por últimos están los que cruzan los límites sencillamente porque no tiene consecuencias. Saben que está mal, pero su mala educación o ausencia de valores les hace comportarse como personas poco cívicas y desconsideradas. 

El valor está en hacer deporte, porque es una conducta saludable, pero
sobre todo en ser capaces de divertirse y relacionarse con los amigos.
 Lo
demás no importa. Si no le presiona para que se supere con la consola de
videojuegos, ¿por qué lo hace cuando va a los partidos? En el momento en el que
la palabra jugar pierde valor –“jugar al baloncesto”–, su hijo dejará de disfrutar y no querrá seguir yendo. 

Si es padre o madre, recuerde, por favor, que es un modelo de conducta para su
hijo y para sus compañeros de equipo. A los hijos les gusta sentirse orgullosos de
sus padres y, en cambio, lo pasan terriblemente mal cuando se les avergüenza.
Ser modelo de conducta conlleva mucha responsabilidad, porque sus hijos copian
lo que ven en usted. Y su forma de comportarse debe ser la ejemplar para que facilite el aprendizaje de una serie de valores que acompañan al deporte. 

Cortometraje que narra la historia de un joven cuya máxima ilusión es convertirse en jugador de basquetbol. El video, reflexiona sobre la educación y la formación en valores que los padres han de proporcionar a sus hijos. Dirigido por Marco Fettolini y Miguel Aguirre.

Juliana Yepes Castrillón
Directora General
Club Promesas de Antioquia

6 respuestas a «¡DÉJALOS QUE JUEGUEN… ¡NO SON ATLETAS, SON CHICOS!»

  1. Avatar de Isabel Cristina Ramirez Betancur
    Isabel Cristina Ramirez Betancur

    Excelente video
    Creo que me identifico como el papá callado pero a la vez preocupado por el resultado siempre y cuando siendo conciente de que lleva un proceso tratando de luchar por un puesto en el equipo y demostrando que puede dar más de lo que todos creen si le dan la oportunidad

  2. Avatar de Yuliet Garcia
    Yuliet Garcia

    Los felicito por el Blog y su contenido, es excelente, transmitir lo que son, lo que quieren del club, formar familias y contribuir de la mejor manera a la sociedad formando chicos sanos y familias sanas. Orgullosa siiempre de pertenecer a promesas, crecer con ustedes y recibir esa buena vibra de todos los que hacemos parte de este gran club.

  3. Avatar de Astrid Jimenez Giraldo
    Astrid Jimenez Giraldo

    Super el articulo y el video. Para nosotros como familia lo mas importante es q nuestro hijo sea feliz y disfrute cada partido,trabaje en equipo y sin importar el resultado.de su 100%. Que sea un excelente ser humano y respete las directrices de su entrenador y compañeros. Gracias a la familia promesas por q nuestro hijo ha crecido mucho como persona y como jugador.

  4. Avatar de Yirsi
    Yirsi

    Tristemente me identifico con el papa entrenador, excelente articulo, me hizo reflexionar y de corazón espero mejorar para seguir acompañando a mi hijo pero de manera positiva.

  5. Avatar de Alberto Rodriguez
    Alberto Rodriguez

    Reflexionando sobre este post desde una perspectiva de valores personales, es esencial recordar que el deporte, en su esencia, es una oportunidad para el crecimiento personal y la diversión. Infundir valores como la paciencia, la perseverancia, la humildad y el respeto en la práctica del baloncesto puede ayudar a los niños a desarrollarse como individuos completos, más allá de los resultados en la cancha.

    Me gusta mucho como en el cristianismo podemos ver reflejado el tratar a los demás como nos gustaría ser tratados, lo que se traduce en el ámbito deportivo en ser compañeros de equipo comprensivos y respetuosos, tanto en la victoria como en la derrota. El amor y el respeto por los demás, la integridad en el juego y la gratitud por las oportunidades que brinda el deporte son valores que se pueden reflejar a lo largo de la experiencia deportiva.

    En lugar de enfocarse únicamente en los resultados y en el rendimiento, se puede priorizar el disfrute del juego y el aprendizaje continuo. Los padres y entrenadores pueden ser guías y modelos de conducta que promuevan valores positivos y el desarrollo integral de los niños. Se trata de fomentar una actitud de gratitud por la capacidad de jugar, aprender y mejorar, en lugar de convertirlo en una fuente de presión y estrés.

    Al mirar el baloncesto y otros deportes desde una perspectiva cristocentrica, podemos encontrar oportunidades para nutrir valores fundamentales y enseñar a los niños a enfrentar desafíos (gigantes) con resiliencia y fe. El énfasis en el amor, el respeto y la aceptación, así como el reconocimiento de que cada niño es valioso ante los ojos de Dios, puede contribuir a una experiencia deportiva significativa y enriquecedora.

    Disfrutemos a nuestros niños y creemos fuertes lazos de amistad con ellos.

    Colosenses 3:23: Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si fuera para el Señor y no para la gente.

    1. Avatar de Comunicaciones Club Promesas
      Comunicaciones Club Promesas

      Muy buena reflexión 😃

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