En el reciente triunfo de David Popovici en los Juegos Olímpicos de París, no solo vimos a un nadador rumano ganar el oro en los 200 metros estilo libre, sino que también descubrimos una lección invaluable sobre la crianza de hijos atletas. Mihai Popovici, padre de David, compartió una perspectiva única que puede transformar la forma en que los padres apoyan a sus hijos en el deporte.
La Clave: Sin Presión
Mihai reveló que la primera condición que establecieron en la familia fue la ausencia total de presión sobre David. “David fue a la piscina por diversión. No por nosotros, sino porque quería”, expresó. Esta filosofía de crianza se basaba en el respeto por los deseos de su hijo, sin imponerle expectativas ni cuestionar sus logros. La recompensa después de cada competencia, independientemente del resultado, era un pastel que David disfrutaba en su pastelería favorita. Este enfoque, que podría parecer trivial, es una lección poderosa para todos los padres: la importancia de crear un entorno donde el deporte sea disfrutado, no temido.
Los Peligros de la Presión Parental
Mihai advierte sobre los peligros de la presión, que puede manifestarse de manera sutil, a menudo sin que los padres se den cuenta. Preguntas como “¿Cómo estuvo tu entrenamiento hoy?”, “¿En qué lugar terminaste?” o comentarios sobre el desempeño de otros niños pueden, sin querer, aumentar la presión sobre los jóvenes atletas. Esta presión, cuando se ejerce desde una edad temprana, puede tener efectos devastadores a largo plazo, llevando a muchos a abandonar el deporte.
El Poder de la Calma y la Aceptación
En lugar de proyectar sus propias frustraciones o metas no cumplidas en sus hijos, Mihai sugiere que los padres aborden el desarrollo deportivo de sus hijos con calma y aceptación. Esta mentalidad permitió a David alcanzar grandes logros sin estar obsesionado con las medallas. Como David mismo lo dijo: “No me importaba la medalla, y así fue exactamente como logré ganarla”.
En el Club Promesas de Antioquia, fomentamos el desarrollo integral de nuestros jóvenes atletas, y parte de ese desarrollo incluye el apoyo emocional y mental. La historia de David y Mihai Popovici es un recordatorio de que el éxito no solo se mide en medallas, sino en el bienestar y la felicidad de nuestros hijos.
Tomemos estas lecciones olímpicas y apliquémoslas en la crianza de nuestros futuros campeones. Dejemos que disfruten del deporte, que crezcan sin la sombra de la presión y que alcancen sus propios logros con alegría y pasión.