Continuamos con la segunda parte del articulo de Chema Buseta publicado en su libro “Mi hijo es el mejor, y además es mi hijo”.En esta oportunidad reitera la importancia de la competencia en etapas formativas y la importancia de comprender el proceso hacia la elite.
Y EN ALGUNA FOTO NO SALEN TODOS
El camino apropiado es conseguir que el chico le guste el deporte, que obtenga satisfacciones con independencia de sus resultados, desarrolle habilidades que le resultaran más útiles a largo plazo, se sienta competente y disfrute; que se le vaya exigiendo en la medida que este preparado para afrontar nuevos retos y se aprovechen bien sus éxitos y sus fracasos para su crecimiento.
La actuación apropiada de los entrenadores y los padres no garantiza el éxito de los muchachos en el futuro, pero aumenta la probabilidad de que se produzca. Esa es su contribución: lo que depende de ellos. Después otros factores influyen en el desenlace; fundamentalmente: la limitación del talento (por mucho que se haya desarrollado, el deportista alcanza su techo y este puede ser insuficiente para estar entre los mejores), la falta de oportunidades o medios para dedicarse al deporte de elite, las lesiones y otros contratiempos relevantes, la voluntad del interesado (quizás no quiera, a pesar de todo, ser un deportista de elite; bien por que no le satisface lo suficiente, bien por que prioriza otros intereses) y la competencia, más dura cuanto más arriba se llega.
Este último, la competencia, es un factor clave. No es posible que todos los jóvenes lleguen a ser deportistas de elite, Aunque todos tuvieran un gran talento y siguieran un proceso de desarrollo impecable guiado por entrenadores y padres muy sabios, no seria posible. La elite, como su acepción lo indica (“minoría selecta” según el diccionario), es para unos pocos. No hay espacio para muchos. En un Grand Slamde tenis, el cuadro final lo conforman ciento veintiocho jugadores. El ciento veintinueve ya no entra. Punto. En la primera división del futbol español hay veinte plantillas de como máximo veinticinco jugadores cada una: en total quinientos. Punto. Hay generaciones enteras de niños deportistas de las que ninguno llega a la elite. Millones de niños que jamás llegan: la grandísima mayoría. Resulta obvio que para formar parte de la minoría que llega, hay que intentarlo; y las posibilidades son mayores si se sigue el camino apropiado; pero aun así, lo mas probable es no llegar.
Pedro Vásquez
Director Deportivo
Club Promesas de Antioquia.